Salud y bienestar | Nutrición | 1-Dic-15

Nutrigenética, bioinformática, Big Data y experiencias sensoriales definirán nuestra forma de comer

En el futuro comeremos mejor, con más información, pero muy parecido a cómo lo hacemos hoy, nada de pastillas ni cosas parecidas. Esta es la predicción en la…

Beatriz Romanos

En el futuro comeremos mejor, con más información, pero muy parecido a cómo lo hacemos hoy, nada de pastillas ni cosas parecidas. Esta es la predicción en la que coinciden tres grande expertos reunidos en el foro El FuturoXvenir, organizado por la Fundación Telefónica. Jose María Ordovás, catedrático de nutrición y pionero en el campo de la Nutrigenética; Alfonso Valencia, director del Insituto Nacional de Bioinformática y Andoni Aduriz, chef responsable del restaurante Aduriz, y colaborador de diversas iniciativas relacionadas con la innovación como el Instituto Ibermática de la Innovación, EuroToques o Barcelona Vanguardia.

[pull_quote_left]La biología moderna
es básicamente
Big Data[/pull_quote_left]La compañía tecnológica se suma así al interés por analizar diferentes aspectos de sistema de alimentación y cómo la innovación en el campo de la ciencia o la tecnología va a impactar en la forma en la que nos alimentamos.

La humanidad se alimenta bajo una premisa: estar bien nutridos y disfrutar de los alimentos –y desde siempre, no en los últimos tiempos, según se encargó de matizar José María Ordovás. Sin embargo, actualmente hay dos fenómenos que están modelando el mundo y que no podemos obviar: la pirámide poblacional y el calentamiento global. “Son el gran elefante en la habitación que parece que nadie se atreve a afrontar realmente.” Y en ambos casos, tienen importantes efectos sobre nuestra salud. Por ejemplo, la mayor esperanza de vida hace que los hombres y mujeres vayamos a vivir más, pero los últimos 15-20 años con una salud pobre.

[pull_quote_right]Usar la bioinformatica para pasar de la medicina personalizada a la nutrición personalizada[/pull_quote_right]La cuestión es, ¿puede la alimentación ayudarnos a envejecer mejor? Pues según Ordovás, rotundamente no, si con ello estamos pensando en algún tipo de dieta o alimento milagro. “No hay balas de plata, solo la opción de una dieta y estilo de vida saludable.”
Sin embargo, en lo que sí se está investigando es la relación entre la nutrición y la genética, cómo afecta esta última a nuestra forma de comer, o en sentido contrario, ¿las recomendaciones o dietas son apropiadas para todas las personas por igual?

De eso es precisamente de lo que se encarga la disciplina en la que es experto Ordovás, la nutrigenómica, que la estudia la dieta y los hábitos en la alimentación relacionados con el genoma. La genómica podría conllevar el diseño de una dieta ideal para cada persona a la vista de las características de su genoma. Y el profesor zaragozano lo explicó claramente con el ejemplo del gen causante de la predisposición a la obesidad. “Podemos controlar esa tendencia a través de nuestra dieta, predisposición no es predeterminación. Y se ha demostrado que la educación es el mejor factor para luchar contra ello. Si conocemos nuestro genoma, será posible diseñar una nutrición sana, adaptada y personalizada.”

Bioinformatica-nutrigenetica-techfoodmag

Pero para llegar a esta idea de la nutrición personalizada es preciso procesar y digerir muchos datos, que es en el fondo en lo que consiste la secuenciación del ADN. Una tecnología que, tal y como explica Alfonso Valencia, “progresa más rápidamente que la microinformática o la tecnología espacial”. Pronto podremos secuenciar el ADN en un chip que podríamos llevar en nuestro teléfono móvil.” Lo difícil, lo complejo, es decodificar esos datos para dar con el fármaco exacto que aplicar en cada caso. Ese es el objetivo de la medicina personalizada. El planteamiento del profesor Valencia es “cómo podemos usar estos mismos procesos para adaptar la alimentación de las personas según nuestro perfil genético, es decir, cómo pasamos a la nutrición personalizada”. Para llegar a ello, hay que barajar tres aspectos:

  • El perfil personal (incluyendo genoma y bioma), mediante una monitorización constante. Esto da cabida a todo tipo de gadgets y wearables.
  • El perfil de los alimentos: no solo su composición química, sino también cómo se procesan y se preparan y el impacto que esto tiene en ellos.
  • El perfil social, es decir la información del entorno, los comercios o restaurantes a los que tiene acceso, cultura, costumbres, hábitos, modas, comunidades y hasta redes sociales.

[pull_quote_left]Ninguna dieta, aún personalizada, tendrá efecto si no cambiamos nuestros hábitos [/pull_quote_left]En definitiva, “ingentes cantidades de datos a tratar. Por eso la biología moderna es básicamente Big Data. Necesitamos computación, estadística, bioinformática y técnicas de representación de la información. Éste es el futuro que yo veo: ser capaces de hacer mejores predicciones para diseñar una dieta para cada uno.”

Pero ninguna dieta por muy personalizada que esté, tendrá ningún efecto si no conseguimos cambiar nuestros hábitos. Y ese es el quiz de la cuestión, según Andoni Aduriz. Es muy difícil cambiar unos hábitos cuando no están ligados exclusivamente a satisfacer una necesidad, sino a zonas más profundas de nuestro ser como la cultura, el contexto, las experiencias previas, la memoria sensorial. “Por ello, solo hay dos caminos, la concienciación, y en el caso de los niños, la educación en hábitos ligados a momentos, afectos, experiencias positivas. Porque la experiencia sensorial está asociada a un contexto, a una experiencia que revives y que no se borra nunca.”


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